Memorias de nuestro retiro a Nuquí
@TwoVisitAround & @pia_yoga
Este no fue un retiro solamente para consentir nuestra alma, cuerpo y espíritu. Fue un retiro que iba más allá combinando tres aspectos: Yoga, Naturaleza y Aporte Social.
Fue un retiro donde estábamos completamente conectados e inmersos en la naturaleza. Nuestra música era la de los pájaros, la de la lluvia en las noches, la del mar como fondo en nuestras practicas diarias frente a este. Desconectados del ruido diario de una ciudad, de computadores e incluso de nuestros celulares, pues para encontrar señal teníamos que atravesar un río y subir unas escalinatas, algo que sólo hacíamos una vez al día para tranquilidad de nuestras familias.
Nuestras cabañas frente al mar, eran sencillas pero muy bellas, limpias y con lo necesario. Estas han sido construidas con mucho amor y dedicación por Adriano, un local con quien tuvimos la oportunidad de conversar un buen rato y conocer un poco más de su historia. Nuestras cocineras eran Lina y Norfelia quienes nos hacían una comida deliciosa a base de pescado en todas las combinaciones, desde pescado frito o sudado hasta ceviche, empanadas, sopa y lasagna de pescado.
Nos metimos en ríos, chorreras, en aguas termales, hicimos caminatas, conocimos como Diego, uno de los 11 hijos de uno de los más antiguos habitantes de esas tierras, fabrica artesanalmente para conservar la tradición el Viche, el licor de la region, y deliciosas cocadas. Fuimos a ver ballenas y el mar nos permitió ver los morros y colas de varias de ellas. Vimos también delfines saltando y en el medio del océano pudimos meternos un rato a disfrutarlo.
Fue un retiro donde pudimos conectar con la comunidad local conociendo y ayudando en su programa de huerta comunitaria, Pacifilia y a Grupos Guías Pichindé, al que este retiro aportó también económicamente. También, por solicitud de ellos, tuvimos la oportunidad de compartir yoga juntos. Organizamos una pequeña sesión de yoga al aire libre, sobre el pasto y siendo nuestras esterillas, unos costales que se usan para recoger hojarasca.
Fue un retiro donde practicamos yoga, caminamos, reímos, exploramos, aprendimos, meditamos, compartimos y disfrutamos. Para algunos también fue un retiro de retos, de superar miedos o ponerse a prueba en ciertos aspectos. El sólo hecho de montar en lancha por 45 min para llegar a la playa donde nos encontrábamos podía constituir el primer reto para algunos. Atravesar un pequeño río que, dependiendo de la marea, llegaba a veces más arriba de la cintura, era una aventura que se terminó convirtiendo en risas cada vez que nos tocaba atravesarlo en marea alta. Dormir al lado de la selva, con sonidos que son extraños para nosotros o escuchando la lluvia incesante del pacífico podía ser también retador para otros. Para algunos el reto mismo fue empezar por primera vez una práctica de yoga, o compartir una habitación con alguien que no conocían.
Cada uno con sus retos, miedos por superar o expectativas por llenar, pero todos con la más hermosa energía que permitió convertirnos en familia durante esos 5 días y amigos para el resto de la vida.
Fue un retiro para recordar que para ser realmente feliz no hace falta mucho. Sólo basta detenerse un rato, observar y permitirse disfrutar. Re-conectar con nosotros mismo, volver a ser niños que se sorprenden y disfrutan con cada experiencia. Que simplemente basta con agradecer todo aquello que nos brinda la vida.
Agradecida con la vida y con cada una de las personas que hicieron parte de este hermoso retiro. Especial agradecimiento a Laura Lozada, compañera mía desde Kinder y quien, conociendo muy bien la región pues es quien inició Pacifilia, se encargó de toda la logística del retiro.
Con mucho amor y hasta el próximo, Clau @Pia_yoga
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